Este mensaje es para los sacerdotes y seminaristas, si conoces a alguno, siéntete libre de imprimirlo y dárselo a leer pues Jesús quiere que un gran número de ellos lo lean. Fue recibido el 18 de agosto de 2008.
Señor Jesús. La experiencia vivida ayer fue muy edificante, sorpresiva y ciertamente mística. No tenía idea que sería llamado a proclamar el Evangelio y mucho menos a explicarlo. Me sentí extraño haciendo esto frente a mis hermanos y frente a Fray L quien es Sacerdote. Pero aun más extrañado me sentí al escuchar su comentario a mi “homilía”, (lo pongo entre comillas porque realmente no fue una homilia) que más que homilía propia fue un pequeño extracto de la homilía de Padre J; “pareces sacerdote” me dijo. No es la primera vez que me lo dicen, pero claro, parecer y ser no es lo mismo.
+Cruz, el sacerdocio en ti es patente no por ordenación sino de ordinario. Actuar en mi persona no es exclusivo del Sacerdote Ordenado, pero sí lo es en el orden sacramental. Más tú no actuabas ni “ex cátedra” ni “in persona Christi”, sino que lo hacías como bautizado, como profeso, como Evangelio Viviente. A eso son llamados todos los hijos de Asís; a ser Evangelios Vivientes, y a ser Cristos en el mundo proclamando con su ejemplo la vida evangélica. Ciertamente, en ese proclamar con el ejemplo se proclama con la voz y a viva voz mi Palabra desde tu propia palabra. Quien te ve como Sacerdote hace cumplir la palabra que de ti he dicho, quien te vea a ti verá al Hijo, pues cada Sacerdote en el mundo representa a Cristo, es una visión del Hijo en su propia persona. Porque el Presbítero no actúa “in persona Christi” solo en la Consagración, sino que toda su vida debe ser un nítido reflejo de mi mismo.
Tu llamado a proclamar el Evangelio entonces no fue herético, ni blasfemo, todo bautizado puede proclamar la Palabra de Dios. Y tú eres profeso y vice- ministro, al menos por ahora, lo que te da la autoridad, pero aun sin esos títulos la tienes. Eres bautizado.
Señor ¿A qué te refieres con la expresión “al menos por ahora”?
+No hay perpetuidad en los títulos mi bien. No serás vice- ministro siempre, podrás ser más o podrás ser menos. Puedes ser madre o hijo, puedes ser maestro o estudiante, puedes ser comunitario o anacoreta. Teólogo o apologeta, no importan los títulos sino el servicio.
Así mis presbíteros deben ser servidores y no ser servidos, no importa su título. Aquel que ostente titularidad más alta más debe servir, pues dicho está que el que desee ser el primero debe ser servidor de todos. Aquel que desee entrar primero será retrasado hasta el final, y el que desee esperar hasta el final, aun sin quererlo será llamado primero.
Un Sacerdote tiene una gran encomienda Cruz, no solo la que exige su obediencia a Mi Iglesia sino la que exige su vocación de imitarme. ¿Quién ha de llevar mis sandalias sino aquel que camine mis pasos? Ya en ello, Cruz, la tarea pareciera ardua. Pero mi carga es ligera y mi yugo es suave. Vengan a mi los que tengan esas inquietudes sacerdotales y notarán que las espinas del camino siempre son perfumadas con rosas. Ah, pero es necesaria una entera disposición, una completa sumisión a mi Voluntad que es idéntica a la de mi Padre. Un sacerdote soberbio recibirá en justicia aquello que se equipare a su iniquidad. Pues se exige más a quien más se la da. Por ello es necesaria mucha oración Cruz, por los que tienen inquietudes sacerdotales y por aquellos que ya ejercen el presbiteriado. Para que sea fructífera su entrega y consecuente con la verdad de su servicio.
Os hablaré a vosotros hijitos míos que en su deseo de imitarme procuran los beneficios del cielo. Estén atentos a mi Voluntad, vean su minimidad reflejada en un Crucifijo, siempre tengan uno cerca. En cada falla humana, mirad en el Crucifijo con mirada mística y ved como están vuestros pecados clavados conmigo en la Cruz del Calvario. Porque han de ser místicos pero apegados a mi enseñanza, no se desvíen ni permitan desviaciones en aquellos que pondré a vuestros cuidados. Sean buenas madres con ellos a pesar de que serán llamados padres, pues es amor maternal el que siempre y en todo lugar procurarán a vuestros hijos espirituales. Llevad a todos el pan, llevad a todos la palabra, que sea fecunda, que germine. Procurad la santidad en todos, procurad la perfecta formación en mi pueblo, procurad que aquello que aprendáis sea enseñado a todos, y que esa enseñanza sea consecuente con la simplicidad de los pequeños y con la erudición de los doctos. Que sea vuestro aliciente la caridad, la esperanza y la fe. Sed humildes conmigo y en mi, sed sumisos pero firmes, sed leales y flexibles. Orad siempre y en todo lugar, y tened siempre presente que las 24 horas del día debéis ser Cristo. Ser Sacerdote no es un trabajo, es una forma de vida. Ser Sacerdotes les identificará conmigo. No dejaréis de ser Sacerdotes al quitarse la sotana en vuestros aposentos. La vocación es perpetua. Tened esto presente, especialmente aquellos de vosotros que estáis en vías de comenzar el Seminario. Yo les encomiendo a mi Padre y les daré la fortaleza necesaria en vuestras oraciones, desvelos y sufrimientos ungiendo en el Espíritu Santo todo vuestro ser en su Ordenación. La Iglesia les necesita. Venid a mí. Y tened presente que si así lo determináis, estaréis imitando al Rey de reyes y al Señor de señores, por tanto espero de vosotros la ecuanimidad, sobriedad, respeto, y sobre todo amor que esta vocación supone.
Aquellos de vosotros que ya estáis en este camino sirvan las palabras que preceden como una renovación mística de sus votos; pobreza, obediencia y castidad. Pues ya sois pobres de espíritu y ricos en piedad, pues ya sois obedientes a lo que reclama el cielo y desobedientes a lo que reclama el mundo, pues ya sois castos en su cuerpo y fecundos en el amor del Amor.
¡Benditos los presbíteros que en su entrega sin medidas llevan, esparcen y comunican los bienes celestiales procurando en todos el mejor bien posible! Bendecidos sean.
Si yo pudiera ser Sacerdote mi Rey, estas palabras que preceden serían para mi de rezo diario, pero siendo que mi vocación es otra las acogeré desde mi apostolado para servirte mejor en la medida de mis flaquezas. Y para entender mejor a aquellos que has llamado al hermoso servicio sacerdotal.
+La Palabras que surgen de la Trinidad mi bien, siempre serán alimento para el alma no importa su condición, su estatura moral, su posición social o su vocación de servicio. Haré en ti como quiera, conforme a la Voluntad del Padre sin que eso suponga violencia a tu libertad sino asumiendo precisamente esa libertad que solo es plena en tu sometimiento a mi Voluntad. Queda en mi paz.
Amén.
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