sábado, 3 de marzo de 2012

¡Santa Alegría!

El 31 de agosto de 2007 luego de estar apesumbrado por el cumplimiento de la profecía de Jesús respecto al rechazo del que sería objeto, de los insultos, menosprecios e irrespeto, recibí esta locusión.



Mi Señor me advertiste de muchas cosas, pero no es lo mismo saberlas que experimentarlas. Estoy aturdido, no sé qué hacer. Me confunden mis sentimientos y mis pensamientos. No se siente nada bien el rechazo aunque por otro lado no me gustan las adulaciones, pensé que podría soportarlo por eso pero no puedo, estoy triste, estoy confundido, estoy abochornado…me siento humillado…tu silencio me aturde mas ¿Esto realmente me está pasando? Comprendo ahora mucho mejor tu sufrir en el Getsemaní, duelen más las tibiezas de los hombres y el rechazo e incomprensión de los amados, que los estigmas que sufro hace 20 años; este es un estigma que no esperaba, es el estigma que no se ve y que no se puede ubicar en el ser. Es el estigma del sufrir por las almas el que más duele, la incomprensión, la injuria, venga ésta con intención o sea una injuria desapercibida en quien la infiere, el no poder explicar lo que me dictas para darme a entender, el sentirme en la entera soledad…igual que al principio. En todo, siento un amor profundo por las almas, aunque duela. ¡Dios ven en mi auxilio!

+Cruz es que era necesario, debías pasar por esto. Bien dices que lo advertí, desde antes he indicado que debes ser rechazado, que necesitas estar solo en Mí, para en Mí participar de la Misericordia, de la Eternidad, no en la muerte del mundo sino en la Vida de Dios. Cuando abandonado solo en Mí te encuentras, puedes hacer participe a los demás de la Comunión de Dios, de la felicidad verdadera y perdurable, de la santa alegría. El dolor al rechazo, el dolor y la angustia de la soledad humana, el bochorno y la humillación, la injuria, la incomprensión; todas ellas y otras situaciones del sufrir solo encuentran sosiego en Mi. Abandónate confiadamente a Mí y te sentirás revivir. Yo te daré el descanso necesario, Yo te daré el consuelo deseado, Yo te daré el alivio que imploras, Yo te daré el auxilio que me pides. Ven a Mí mi pequeño Juan, ven a mí discípulo amado, ven a mí Apóstol del Sufrimiento, ven a Mí Cruz de Luz que has de iluminar al mundo. Ya conmigo tu carga será ligera, mi yugo que es suave te confortará y mi palpitar será al unísono con el tuyo uno solo en el seno de mi Padre. Haz de este sufrir una alegría extrema, haz de esta conjunción una verdadera forma de sentir la alegría, haz de esta contemplación una feliz agonía junto a Mi. Es que solo así mi bien, tu Amado y tú serán uno, debes padecer estos dolores como de parto, debes resistir estos azotes de la vida, debes sufrir la dicha de tenerme en ti. Pues es así que la fina humanidad se estremece ante la excelsa presencia de Dios, no lo resiste pero le extasía, no lo soporta pero lo añora, lo sufre pero lo anhela, le duele pero es un dolor dulce y divino que más que tristeza causa alegría extrema. Cruz, mi bien, esta alegría que comprendes ahora no es sufrir sino querer de Dios, es solo un anticipo de la verdadera alegría del Cielo. En este entremezclado de sentimientos que experimentas; amor por el prójimo que te injuria, amor por el prójimo que te quiere, amor por el prójimo que te odia, debes estar sintiendo de igual modo un ardor en el corazón, es un amor que arde en tu pecho como una llama incandescente, que convierte las tristezas en alegría, las injurias en adulación, el odio en amor. Esto mi bien es la Santa Alegría. Te haces Evangelio viviente Cruz, te haces Eucaristía en el mundo, te haces Cristo del Sufrir por amor; por ello eres la Cruz de Luz, por ello eres el Apóstol sufriente, por ello aun los que no te comprenden hoy llorarán tu sufrir y comprenderán mañana tu dolor que más que dolor es éxtasis de divina alegría.
Entonces mi bien, alégrate del sufrir, agradece las injurias como agradeces los halagos, pero apártate de los halagos y de todo apego humano para que puedas, como mi pequeño de Asís, vivir la Santa Alegría aunque seas rechazado por los tuyos, como si fueras arrojado fuera, desnudo y en el frío de la noche. Porque verás que ella, tu hermana alegría, te cobijará, te calentará, te confortará. ¡Bienvenido al mundo del deber Patriarca del Sufrir, bienvenido!

Sabes mi Señor, muy en el fondo de mi alma esperaba estas palabras y las esperaba con ansias como quien las conoce. Pero en este sufrir, y en estas manifestaciones que he hecho a otros que me lo han causado sin querer, también yo les he causado daño sin querer. ¿Cómo compenso eso si cuando lo intento surge un nuevo conflicto?

+Sencillo Cruz, ya no te defiendas. Solo asiente con humildad aunque no tenga la razón aquel que te injurie o mal entienda. Yo procuraré, en la medida de su libertad, sembrar de continuidad, como lo hago siempre, la semilla del saber de modo que tanto tú como los demás estén siempre habidos de la verdad. Por otro lado cuando alguien te corrija en su cristiano deber con la fraternidad necesaria, hazle saber que comprendiste la corrección y agradece la misma. Actúa siempre así mi bien y ya no habrán malos entendidos, es necesario hablar sin palabras. Siempre lo he dicho es el testimonio el que grita alto, las palabras se las lleva el viento. Guíate de mi ejemplo Cruz que puse testimonio de vida en cada una de mis palabras, por ello no deben jurar, sino decir si o no, con su testimonio de vida como única garantía. Es en el haber de los que escuchen y vean y solo en ellos la comprensión de ese si o de ese no. El testimonio habla más fuerte, pues lo que haces evidencia en sí mismo lo que dices. Procura entonces Cruz, que nunca haya diferencia entre ambas cosas, que lo que digas siempre esté de acuerdo con lo que haces. Vivir de ese modo supone una santa alegría. Mira a los pájaros, recuerdo haberte dicho; “sean como las aves”, los pájaros no hablan pero comunican más con sus haberes que si pudiesen hablar. No trabajan y siempre tienen sustento; entonces comunican laboriosidad. No compran vivienda pero siempre tienen un nido donde recostar sus cabezas y criar a sus pequeños; entonces comunican responsabilidad. No se congregan en la Iglesia, pero vuelan en grupos; entonces comunican comunidad. No conocen de rutas a seguir ni pueden leer mapas, pero siempre regresan a su punto de partida; entonces comunican agradecimiento a Dios que les dio el origen y el instinto para reconocerlo. No pueden orar, pero trinan hermosas melodías; entonces comunican alabanzas pues quien canta, ora dos veces. ¡Sean como las aves!
No hay nada más que comunicar por hoy para que comprendas lo que sientes, ya te lo he explicado y denoto que lo has comprendido, vive pues la Santa Alegría y queda en mi paz, Yo reconozco tus oraciones, necesidades y frustraciones, las tengo presente, que nada te turbe; ora, ten fe y no te preocupes.

¡Gracias mi Señor!

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