El 20 de mayo de 2008 Jesús habló conmigo otra vez de forma mas coloquial, aun así dijo cosas que me desconciertan. Máxime cuando veo que las dice de forma distinta a otros pero en la misma esencia. Aquí lo explica Jesús de forma meridanamente clara. Yo represento a la humanidad en estas locuciones por ello lo dicho a otros es consecuente con lo que me dice a mi. No es que me hable a mi en un protagonismo individual, sino que me habla de forma global para toda la humanidad. Veamos.
Mi Señor, se que no me has pedido escribir, se que no debería pensar las cosas que pienso, se que no debería actuar como actúo, pero ni yo mismo lo entiendo. Llevo como dos años y medio recibiendo estas locuciones, y experimentando otro tipo de conversaciones contigo, toda mi vida ha sido un mar de cosas extrañas y otras que si bien no son tan extrañas conllevan algún tipo de misticismo. Una vida así no debería ser tan desordenada, no comprendo Señor como es que mi vida no se traduce en, y perdona la soberbia, no se traduce en santidad. Sigo siendo tan pecador. Sabes que oro con mucha frecuencia, otras tantas ayuno, sabes que ayudo a quien puedo, sabes que me intereso por vivir conforme al Evangelio, la sana Doctrina, el Magisterio, pero aun así me sigo sintiendo indigno Señor de vivir esto. A veces pienso que es un hermoso sueño, y más de lo que debería pienso que es inducido por un deseo interno de santidad que nunca alcanzaré. Muchas veces he tenido estas preocupaciones, y tú me pides ser perfecto, me dices que el camino se hace caminando, pero sigo como sumergido en un mar de incomprensiones viendo como en tinieblas y atrapado en mis propios pecados. No quisiera que estas locuciones escandalicen a nadie, no quisiera que los que leen se preocupen más de la cuenta, lo que sucede en mi interior es bastante comprensible conforme a lo que vivo. Me refiero a que es comprensible que esté confundido, dividido en mi interior y parcialmente ciego ante las realidades espirituales, que si bien otros no comprenden y yo intuyo, nunca las comprenderé del todo. Espero Señor escuchar tu voz y en ella encontrar paz en mi interior.
+Cruz, la santidad no es una carga fácil de llevar. ¿Qué no has intuido ya que la santidad es en si misma una cruz? ¿No comprendes aun por qué te llamo Cruz de Luz? La santidad mi bien, es un constante purgarse en el fuego, tal como has leído sobre la purificación. La santidad es como el hierro que fundido al fuego adquiere su propiedad sin dejar de ser hierro, que retirado a tiempo puede ser moldeado y que llega a su punto cuando refleja la imagen del fundidor. Yo soy pues el fundidor, así lo descifró el Sacerdote de quien he tomado mis palabras, pues son mías y no suyas. Tú hijo, estás pasando un purgatorio en la tierra, estás siendo purificado constantemente y en tantas ocasiones reflejas mi rostro como en tantas otras debes ser sumergido a un punto de mayor calor para que haya nitidez en el reflejo. Recuerda aquello del espejo Cruz. Las grandezas del cielo, mi bien, te quitarían la vida terrena ipso facto si Yo permitiera que las vieras del todo, y el plan eterno que te cobija no permite esa muerte terrena aun. Por ello sigues vedado de mucho aunque has visto más que otros. Aquello que te sea más placentero, más hermoso, más alegre en esta vida no se acerca siquiera a una ínfima parte de lo que te espera en la Eternidad. Entonces, sí te he pedido perfección, pero no supone eso que esa perfección sea material sino interna. Claro que debes cuidar tu cuerpo, claro que debes fortalecer tu fe con ejercicios espirituales y mucha oración, claro que debes atender los rituales y cultos, pero nada de eso debe ser motivo de frustración. Eres libre hijo y en esa libertad debes moverte, por eso he dicho que no sean los rituales tu aliciente. Yo soy el único aliciente que hace libre a los hombres. ¿Te esclavizaré en rituales y sacrificios cuando te digo que eres libre? Solo un sacrificio mi bien, solo un ritual hecho en conmemoración mía pues en éste perpetuado se hace presente la Iglesia Celestial en la Iglesia Purgante. No mal entiendas Cruz, todo ritual sacramental es necesario para la vida de gracia que les doy, pero los rituales que establecen conforme a ellos, alrededor de ellos y sujetos a ellos, no tienen la menor importancia para mi si se realizan desde la costumbre y no desde la fe. Por ello les he dicho que lo que pido es fe y no sacrificios. Más todo aquello que suponga un sacrificio desde la fe, eso mi bien, eso llega hasta el Trono de mi Padre como incienso y perfumes de inmensos olores de santidad. Entiéndelo pues.
No es fácil de entender, aun con esta conversación que he tenido con aquella hermana que confirma todo lo que me has dicho. ¿Hablabas con ella entonces respondiendo mis reclamos?
+Cruz, recuerdo haberte llamado Juan un día, ¿lo recuerdas tú?
Lo recuerdo mi Señor.
+ ¿Crees que lo hice porque sonaría bonito? ¿Crees que lo hice para compararte o ensalzarte? Lo hice mi bien, porque eres representante de la humanidad, quien lea estas locuciones y no se siente inmensamente identificado no es humano. Tus reclamos son los de todo traspasado, y de todo aquel que no lo es todavía. Cada hijo de Dios se siente indigno cuando se hace conciente de las realidades de la fe, cuando comprende aunque sea por un instante cuanto les amo, cuando recuerda los pasos dados en este camino de la vida humana y recapacita en cuantas de esas ocasiones Yo he estado a su lado. Si supieran que no me despego de ustedes nunca. Pero las leyes físicas les sujetan tan fuertemente que cuando ejercen su ingerencia las verdaderas leyes del existir, lo humano es dudar, lo lógico es confundirse y no dar crédito a la única verdad. Toda otra verdad de la física es variable. No existe una sola verdad de las leyes físicas que sea constante, y no puede serlo porque el mundo físico es perecedero. Solo una ley es verdadera y es la del amor. Muchas veces lo he dicho y aun muchas veces lo diré. Todo se resume en amor mi bien. El ser humano se caracteriza por su capacidad de amar, Juan fue y es mi discípulo amado, y allí en la Cruz que eres tú representó a toda la humanidad. Mira hijo acércate a este misterio; la Cruz, Yo, Juan, mi Madre, ¿no suman cuatro? ¿No es el Espíritu Santo uno en mí? Entonces cinco en cuatro tal como las columnas. Todas representadas en ti mí bien. ¿No lo ves? Te lo muestro; Tú eres la Cruz y en la Cruz pendo Yo unido a ella por la sangre, Mi Madre y mi hijo amado Juan al pie de la Cruz. Tu corazón idéntico al de mi Madre y tu candidez una con la de Juan. La Pasión se hace una sola en la Crucifixión en ti por medio del Espíritu Santo. Lo dije una vez, en una unión no genética, ¿lo recuerdas? Todo el que lee se debe identificar, pues tú siendo representante de la humanidad y siendo el Apóstol del Sufrimiento, cargas en ti, tal como lo hice Yo, los pecados de los hombres. El Cristo ha de sufrir, ha de padecer, ha de ser rechazado, pero luego será amado por todos y todos serán en Él uno, como es Él uno en el Padre por medio del Espíritu Santo. ¿De quien hablo Cruz, de ti o de mí?
De ti por supuesto.
+Hablo de ambos Cruz, y aun no lo comprendes, o te resistes a comprenderlo.
¿Qué es lo que debo entender Señor?
+Que en ti Cruz se cumple el tiempo designado por mi Padre para que el mundo cambie.
Ahora entiendo menos.
+Ya lo entenderás. Sigue viviendo conforme te voy mostrando. Todo llegará a su tiempo. Queda en mi paz.
Amen.
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