domingo, 19 de febrero de 2012

El Patriarca

El 19 de septiembre de 2006, el Señor Jesús me explicó una locusión que había recibido Primavera para mi más o menos un año atrás, parte de ella la publiqué aquí. La explicasión no deja de ser confusa pero en ella deja claro que la Cruz de Luz son todos los creyentes que se entregan totalmente a la voluntad de Dios. Veamos.



Mi Señor, solo pretendía que me explicaras más detalladamente lo que estaba leyendo de tu primer mensaje hacia mí y me dices que le llame Patriarca, no lo entiendo.

+Todo te será claro en la mente ya en unos minutos, el tiempo se agota. Te di la bienvenida al mundo del deber, llamándote Patriarca y cuando hablé de tus hijos y de que te aguardan para recibir el cariño que les profesas, hablaba de los fieles no te tus hijos carnales, sino de los miles de hijos en el Espíritu que Yo te concedo tener. Oh, mi bendito niño perdido en el egoísmo del sentir, tantos prodigios del Padre se te conceden. Debes dar, debes darte, la vida es el jugo de las obras de la fe en ellas se ve tu entrega. No porque tú las busques sino porque no las buscas. Las obras buscadas por el aprecio de los hombres nada son y de nada sirven. Te había dicho que con calma darían fruto de la labor de Dios tus obras y así ha sido. La conversión que pedí y el auxilio para tus hijos, se refiere a los feligreses, a los católicos del mundo que verán en ti un nuevo Francisco, un nuevo Pío, en fin un nuevo Cristo pues eso eres; tu esposa, la Iglesia, los aparta del camino que Yo Dios quiero que recorran, con desprecios, faltas a la caridad e intolerancias nada constructivas. Hoy ellos te necesitan, toma las riendas del hogar, patriarca. Luego, todo, todo sucederá, como tú sabes. Te necesito en esta empresa libre de miedos y prejuicios infundados por la mentira del padre de la mentira, no dejes que te provoque, sabes de quien hablo. Ya tendrá que rendirme cuentas, eso a ti no te pertenece sino a Mi, tu sigue obrando en pos de la verdad que Yo infundo en ti. Tu misión no es enfrentarlo, él ya te teme bastante y por eso te enfrenta para intimidarte. Déjalo en mis manos. La Iglesia es Santa y no has de cambiarla ni cambiarte, debes y harás sin saber que haces, transformarla en lo que siempre debió ser. Aquellos que te resistan me resistirán a Mí, y Yo les exigiré respeto hacia el hijo.
Ya te había dicho que saldrás al mundo, con la confianza de tus dieciocho años, y podrás alcanzar grandes dones, dones que Yo, Dios mismo, pongo a tu alcance. No fallarás. Nadie perturbara tu ascenso. Dejarás el miedo por la paz, y podrás por fin, levitar. Serás portador veraz del Evangelio y por ti, miles, se creerán que Yo Dios morí en la Cruz, para su salvación. Esto está claro, tú el hijo que presenta al Hijo, y el Hijo en ti te hace uno con Él.
Recuerdo haberte pedido que pusieras un día y una hora, y cuándo llegase tu fecha, nacerían las rosas que esperas, porque las hijas de María, son rosas, siempre rosas. Las hijas de María, las rosas que esperas sin saber que esperas son los dolores que llegan a ti por medio de toda la batalla espiritual que sufres. Dolores en el seno de mi Madre y tuya también, que en Ella son dulce sufrimiento. Rosas sin espinas solo en la Eternidad mi bien. Ese día y esa hora que solo tú sabes y nadie ha de saber hasta que llegue el día anterior para decirlo solo a las rosas de mi Madre.
Pobre Iglesia, que espera y ansia al ungido que Ama al Ungido y no sabe complacer en todo a la Iglesia, y ella sonríe tristemente y padece dolores, como dolores de parto, por el deseo del Amado. ¿Quieres cambiar la Iglesia? Entonces sueña con ella y ella soñará contigo y será dichosa del destino del amado, cuando el amado ama a la amada y pone frases de amor en los ojos del dolor. Pues así ha de ser, tú el encargado del cambio y del renovar del mundo por medio de la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia. Porque siento, presiento y se que todo sucedió ya antes de los tiempos, como el hoy y el siempre, que unidos no crecen ni menguan, sino que ambos florecen y siguen floreciendo, como florece mi amor por todos los hombres. En ti mi amado, mi hijito del alma se repite el tiempo. Yo, Cristo, amo, porque amé siempre, y mi Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana y ella se goza con el amor que le profeso, y tiembla de dicha, al saber que se acerca la hora de la siega, donde la fe no crece más, y es cortada y agrupada por su especie y calidad, y luego, junta, es transformada en certeza de amor, el amor en la Sagrada Hostia consagrada y ya encarnada. El Esposo ya no está a la distancia sino con la Esposa. Habrá perdón y perdonados. Y habrá muchos, muchos, que abandonarán la fe para regresar a su infancia y allí, entre dolor, incredulidad y recuerdo, verán al Padre, como alejado de ellos. Satán, el maligno intenta distraer el acontecimiento, el veredicto en que yo Cristo, digo y diré: Ven. Ven hijo mío. Ya no serás victima, sino que eres héroe, el héroe de su propia cruz. Y así eres y serás luz. Ven en paz y lleva esa paz a los hombres. Siente mi amor, y descansa con el corazón en las palmas de María, pues es por Ella que el maligno no vencerá.
En Turquía lo intentará y Mi Madre lo evitará, ya lo sabes. El Patriarca, eres tú y es él. Mi vicario te reconocerá como precursor del camino al Camino, como el hijo en el Hijo. Nada haz de hacer, él lo verá claro en la señal que le daré, verá una cruz de luz. Luego te reconocerá. Lo sabes de antemano para Gloria de mi Padre.
Tú y ellas, las columnas tienen un mismo y único sentir; Yo. Ninguna debe sentirse menospreciada por mis palabras a ti pues tú eres el vehículo para llevarles mis palabras que son para ellos en la misma medida, pues el viento no nace en el norte ni en el sur sino en el poderío de mi Padre. Entienda el que pueda.

Señor, sigo sin entender algunas cosas.

+Todos son el hijo y todos la Esposa. Lo que supone que en todos está la morada de Dios. No obstante, solo los que se iluminan con la fe pueden propiamente ser el hijo. El amor no se puede forzar pues deja de ser amor y se hace miedo, temor y esclavitud. No tengan miedo, sean solo esclavos de mi Madre y solo teman a mi Padre, en ello son el hijo. Si temen y hacen temer a la intolerancia sin dialogo serán la esposa pobre en espera del amado, impotente en sí misma de dar lo que le viene del amado. Hagan de la Iglesia una unificación tal con el Hijo, que deje de ser esposa y se haga hijo. No es que ser esposa sea malo sino que ser hijo es mejor. Un documento del hades puede separar a la esposa del esposo mediante el divorcio que no promuevo, más el hijo será hijo aunque quede huérfano, pues siempre será su Madre en el cielo Una Santa y Apostólica. Indisoluble para Dios es el Matrimonio pero para los hombres solo un formalismo. Mas la familiaridad del hijo con la madre es indisoluble hasta para los hombres. Entienda el que pueda.

Comprendo. Señor, debemos procurar ser el hijo, eso no supone que Yo sea el Cristo, como quizás puedan pensar equivocadamente quienes lean estos escritos.

+Eres el Cristo, ¿Quién ha dicho que no lo seas? Pero en cada uno existe esa misma posibilidad de ser el Cristo. Lo fue Pablo, los fue Pedro, lo fue Francisco, también Pío, y todos los santos en la única santidad que proviene del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Ser el Cristo es ser el mensajero de Dios, el ungido, el elegido, el santo enviado para transformar el Mundo. Tu eres ese enviado Cruz, no lo dudes. Tu alianza de amor, que se va más bonito que pacto sin dejar de ser lo mismo, te hace merecedor de ser el Cristo, el Apóstol del Sufrimiento, la Cruz de Luz.

Señor lo que quiero decir es que yo no soy tú, no soy Jesús el Hijo de Dios, solo soy una vasija vacía de mi mismo.

+Llenada por Mi, entonces mi bien ¿Quién ocupa la vasija, tú o Yo?

Tú, mi Señor, tú ocupas toda mi vida. Pero no soy el Hijo en el sentido de ser yo quien espera el mundo. La Segunda Venida supone Tu llegada al mundo no mi presunción de ser el Hijo.

+Estás claro, pero te repito mí bien, quien te ve a ti ve al Hijo. No es presunción tuya sino infusión mía, nada de ti y todo de Mí. Entonces, por qué temer que te llame el hijo, el Cristo, el Ungido, el Apóstol del Sufrimiento, la Cruz de Luz. Todos calificativos míos mi bien. ¿No soy Yo la Cruz de Luz? ¿No soy Yo la Pasión por la Cruz de Luz? ¿No soy Yo la Primavera de la Gloria de Dios?, ¿No soy Yo el Saber de Dios?, ¿No soy Yo la Paz? ¿No soy Yo la Luz de mis ojos? Todas ustedes columnas de la fe, son una en Mí. No lo duden y asuman la responsabilidad que eso conlleva. Esto va también para aquellos que lean estas palabras, a tus testigos y a tu confesor; todos uno en Mi porque así lo deseo. Queda en mi paz Cruz, que no te asombre nada, queda en mi paz.

Amén!!!!

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